Una vez amé

Una vez amé.

6.10.2014

Patitos Feos.

Hablemos de Patitos Feos, amigo. Patitos Feos que por dentro son bonitos. Bonitos como tormentas con nubes negras y relámpagos de tristeza. O de enfado, no sé muy bien. Los Patitos Feos, al igual que las tormentas, tienen un encanto que sólo aquellos que ven con el alma pueden apreciar, ¿sabe?
No crea, amigo, que el mundo se divide en blancos cisnes y poco agraciados Patitos, qué va. Patito Feo es un sentimiento. Quizá un arsenal. Colecciones de inseguridades, de viejas penas y vergüenzas propias. Montones de ideas sobre nosotros mismos que pesan como si llevásemos el mundo colgado a nuestra espalda que nos hacen ir más lento. O, en ocasiones, ni siquiera ir. 
Pero no se atormente, joven. Dígales que algún día llegará quien vea más allá de sus ojos. Quien sepa entender que la pasión surge del fondo de la piel. Que los poros se abren sólo con el tacto de las manos adecuadas. Que el sudor es amor. Y si hay amor no se es feo.
Feo es no querer. Feo es no saber que las tormentas guardan en sus entrañas millones de gotas que caen ansiosas por abrazar la tierra y crear pasión. Pasión en forma de olor a fresco, olor a tierra mojada. Feo es no querer morir en una piel ajena. Feo es creer que alguien puede ser un Patito Feo.
Créalo, amigo. Es usted como esas gotas, no tenga duda. Sólo debe saber por qué tierra merece lanzarse al vacío.