Una vez amé

Una vez amé.

5.24.2014

Antologías

No se asuste, compañero. Eso es el escalofrío de la vida que viene y va sin ataduras. Y eso otro son pedacitos de su vida. Más bien de su corazón, pero eso suena muy triste. Tan triste y tierno como ver dormir a un niño que, después de la lluvia de lágrimas, deja en forma de sollozos los residuos de la amargura. Como cuando alguien se va y llega el vacío. O como cuando entran de la mano el silencio y la Soledad. 
Ya lo decía Paquita, la del ido a peor Hostal Los Ángeles, no somos más que Antología, amigo. Usted es Antología, yo soy Antología. Antología de poemas tristes, de irónico teatro, de cuentos ficticios. Antología es todo lo que fuimos, lo que somos y las páginas en blanco que seremos. Páginas que, según Paquita, la del ido a peor Hostal Los Ángeles, cuando amarillean hay que arrancarlas como el otoño arranca las hojas tristes de los árboles. Pero como usted sabrá, yo no creo que sea así. Yo creo, amigo, que las páginas amarillas hacen más bonitas y, por qué no, mejores a las demás. Somos el resultado de lo que recordamos, nada más. Hágame caso, sin recuerdos no somos más que cuadros sin pintar.
Fíjese, 'Cuadros sin pintar'. Qué triste sería empezar una y otra vez la vida sin muletas de experiencia, sin un recuerdo en el que apoyarse. Pintando trazos de vidas que ya vivimos, de agonías que ya nos mataron o de personas que ya nos arrugaron de a poquito el corazón. 
No crea usted que todo es gris, qué va. No hay blanco sin negro. Ni día sin noche. Como ya le dije, somos nuestros propios recuerdos. No lo olvide.


5.05.2014

Secuestro de emociones

Secuestro de emociones.

Basta ya de Príncipes azules, basta ya de Princesas de cuentos. Asumámoslo, murieron entre sueños.
Ellos, como nuestra historia, se pudrieron esperando ser rescatados. ¿De quién? de nuestras propias pesadillas.
De repugnantes vacíos estamos llenos, de inmundas cicatrices que rompen la piel como ya lo hicieron los hechos. O los años, vaya usted a saber. No se engañe, amigo. La vida no es más que un tren que arranca a gritos y echa a andar hasta que el cansancio, o los años, lo detienen. 
¿Se da cuenta? 'Los años'. Ellos son los culpables de todo, o eso dice la gente. 'Eres muy joven para entenderlo', 'No estás actualizado', 'Para entonces ya no estaré'. Los años, dicen, son los culpables de la ignorancia, de la inmadurez, incluso de la locura, fíjese usted. No me haga mucho caso, pero yo no les creo. Es sólo una burda excusa utilizada por necios que viven bajo la sombra de su propia altivez.
La vida es algo más sencillo, amigo, créalo. La vida está en un beso, en sudar pasión. Vive entre páginas de libros. Al menos eso decía aquella mujer del ido a peor Hostal Los Ángeles. Ella, toda tetas, suspicacia y descaro, juraba por todos los Dioses que de todos aquellos que pasaron por sus piernas, sólo amó, o hizo el amor, con uno. 
Recuérdeme usted contarle en otra ocasión los apuros de Paquita, la del ido a peor Hostal Los Ángeles, cada vez que íbamos a La Cala Azul y, entre baño y baño, veíamos cómo enredaba a hombres de honradez escasa y cartera gorda. Pero eso será otro día, que veo en su cara el desconcierto de esta historia. 
A lo que iba, el vacío de su cama nace del vacío de su alma, amigo. Ocúpese de querer bonito, de besar bien, de mirar más allá del ahora y más acá del mañana. Ocúpese de vivir ese tren al que llaman vida. Pero sobretodo, ocúpese de hacerlo con la persona correcta.