Una vez amé

Una vez amé.

11.10.2013

Ambrosía salpicada de Te Quieros.

Para encontrarse no hay mejor camino que perderse, o eso dicen. 

Pero qué sabrán ellos acerca de perderse como algo más que vagabundear de acá para allá sin rumbo ni vela. Qué sabrán de noches de pérdidas si nunca probaron tus firmes caderas, tu tibia piel y suave entrepierna. O esos paseos por tu espalda que, como pocas cosas en esta vida, tienen un final de locura. 

Cuán animal era cada vez que arañabas mi espalda, empujándome de lleno a ti como salvajes dueños de la noche, cuando tu boca envenenaba mi garganta y me anestesiaba el alma. Eso por no hablar de mis pensamientos, que oscurecían de sólo imaginar la fina línea que viajaba desde tu nuca hasta lo más bajo de tu espalda. O de tus frías manos apretando mis nalgas, decidas a no dejar escapar ni tan siquiera un sola embestida.

Qué manera de saciar la sed. Sed de besos, caricias y susurros que me hacían enloquecer y perder todo control de razón. Brillaba en tus ojos la despreocupación de romperte el alma siempre y cuando sucediera en una noche como aquella, de morir en vida si para ello fuese necesario. 
Como las opresoras serpientes que rodean a sus presas hasta hacerlas caer, así eras tú. Rodeabas mi vida con tu cuerpo, calentabas mi alma con tu pecho y enloquecías mis instintos con suaves caricias desde tus labios. Labios rojos quemando partes de mi cuerpo de las que incluso desconocía su existencia. La ambrosía más dulce pasaba a ser tu cuerpo, a la par que arrancaba de ti los más hondos gemidos de la noche. El cielo se nos caía y qué más daba, estábamos juntos. Era suficiente. 









8.13.2013

Quizás, y sólo quizás.

Duele porque fuiste todo lo que desee un día, porque lo conseguí y fui feliz. 
Duele como espinas en el alma, como silencios de pánico, como gritos desgarradores que aruñan conciencias desgastadas. 
Duele porque no sé si te odio o simplemente me he resignado a vivir en Soledad.

He perdido mucho desde entonces. Amores de verano, de invierno, de diario...
He perdido días, minutos y segundos. Sonrisas, suspiros y gemidos.
He perdido ilusión, incluso simpatía y color. Hasta un poco de humanidad.
He perdido como tantas otras personas, como tantas veces se pierde a lo largo de la vida.
He perdido parte de mí.

Quizás te odie porque contigo fui mejor persona. O menos mala. No lo sé.
Quizás olvidé lo que es amar cuando se partió mi vida en dos y acepté la derrota sin reproches.
O quizás choqué con la vida siendo demasiado joven, teniendo muchos sueños y luchando contra demasiados frentes.
Quizás, y sólo quizás, te siga queriendo y quiera no hacerlo.

6.18.2013

Que el vacío sea momentáneo.

Carta para un Pasado:

'—No te necesito, no necesito a nadie.' Se oían los ensordecedores gritos del silencio por toda aquella oscura e inmensa casa. Las paredes, agrietadas por el paso de los años, iban acorde con el alma de su dueño. Colores grisáceos que penetraban como calientes balas directas a la sensibilidad de todo ser que se paraba, aunque sólo fuera por un segundo, a contemplarlas. 
Una sombra alargada salía de lo más bajo de su espalda, arrastrándose por la vida creyendo tener el derecho de elegir amores, enemigos o amistades. Una sombra que había absorbido toda capacidad de vivir que alguna vez tuve.


'—¿Qué debo hacer?' Es algo que siempre me pregunté, una y otra vez. Las noches llenas de silencio nunca fueron bienvenidas en mi cama, como tampoco lo fueron aquellos cuerpos ajenos que ni tan siquiera consiguieron calentarla. Tocaban mi alma, mi cuerpo. Sin embargo lo único que brillaban en sus ojos era el reflejo del frío invierno en el que se había convertido mi vida. Cuán incómodo me resultaba ser aquel trozo de hielo que lo único que buscaba era un cuerpo al que aferrarse, aunque sólo fuera durante unas horas, para sentirme un poco más hombre. Más humano.
'—¿Crees en la vida después del amor?' No lo sé, durante mucho tiempo ni siquiera supe en qué consistía aquello a lo que muchos llamaban 'vivir'. Probablemente siga aún a día de hoy sin saberlo, ni tan siquiera imaginarlo. Pero qué más da.
En ocasiones he abandonado la esperanza de ver en unos ojos ajenos el ansia de mi propia alma, las ganas de devorar mi propia sombra. He querido gritar que ya no duele, que fuiste un pasado que, por suerte o por desgracia, llegó y se fue con la misma facilidad. Que ahora Soledad ha dejado de ser mi alma gemela para convertirse en un simple recuerdo más. He querido gemir de placer en noches llenas de comportamientos animales, de sucios y apetecibles deseos que me hacen sentir más vivo que nunca. He querido decir, y lo haré algún día, con la prepotencia más absoluta y la sinceridad más grande, que he encontrado a alguien. Y entonces, verás derretir aquel frío humor que emanaba mi cuerpo y mi vida. 


'Que el vacío sea momentáneo y la vida un simple juego'.

@Srta_Massoni.


5.22.2013

Destruyéndonos como antaño solíamos hacer.

Aparentemente estamos acabados. Aparentemente nos hemos olvidado. Cuan afortunados somos al saber que podemos guardar recuerdos, pensamientos y tristezas bajo una almohada. Aparentemente eres feliz, pero tu mirada refleja que no es así. Yo que soñaba con tocar el fin de tus caderas, de saborear lo más bajo de tu espalda. ¡Que locura de tacto!. Fingí estar cuerdo cada vez que tocaba mis manos, esperé el rozar de sus dedos.
El caliente suspiro que salía de sus labios me hacía perder por completo la cabeza. No hablemos ya de su entrepierna, en ella siempre encontraba la salida a todos mis problemas.


Increíble era el susurro de éxtasis que salía de lo más hondo de sus entrañas con cada embestida que salía de mi alma. Innumerables las veces que saciábamos la sed de piel ajena, arropados por la fría brisa del invierno. El tiempo se convertía en un enemigo más de tantos. El silencio, un grato amigo. Dulce sabor salía de tus labios al tiempo que los poros de la piel se iban dilatando, dejando paso al mejor reflejo del placer de entretanto: el sudor.
No había cosa que me volviera más loco que el olor puro de su piel, el sabor del placer. Perdí la cuenta del número de veces que me ahogué en sus ojos, era como tener sexo sin tan siquiera besarnos. Olvidaba cada una de mis preocupaciones con cada gemido inesperado que salía de su boca de manera inconsciente.
Sillas, sofás, mesas, camas, incluso coches guardan en silencio la misma historia que me hacía explotar de placer cada vez que saciaba los instintos más bajos y animales que un ser humano puede llegar a tener.
Ese instinto que nos hace querer devorar a embestidas, besos y caricias a quien nos invita a saturar nuestro cuerpo de piel ajena.
En sueños he creído tenernos destruyéndonos como antaño solíamos hacer, asfixiando los enfados entre su espalda y mi pecho. Entre mi alma y su cuerpo. Diluyendo las dudas en las sábanas mojadas, testigos de cómo el amor crea tensiones y de cómo el sexo las relaja. De cómo cada noche dibujaba mi cuerpo sin que sobrara ni tan siquiera un trozo de piel.




Sigo buscando un tacto que me vuelva a enloquecer. Que consiga calentar mi alma o tan siquiera mi cama, aún a sabiendas que de tu piel brota ya a borbollones el ansia de una piel ajena que no es la mía.

4.25.2013

Una droga natural.


Todos queremos algo, algo que no tenemos. Los niños quieren ser mayores, los mayores quieren ser niños. Los altos quieren ser bajitos, los bajitos altos. Los locos anhelan cordura, los cuerdos rebeldía. 
Pero, ¿qué deseo común hay entre tanta variedad? ¿qué hace humano a los locos, a los ricos, a los pobres, a los altos, a los niños, a los ancianos? ¿cuál es el deseo natural que todos poseen sin ni siquiera cuestionárselo? El cariño, eso es. El cariño, la necesidad de querer y sentirse querido. La droga natural que nos hace distinguir esa gota de color que brilla en la tormenta del día a día.
Monotonía, suena demasiado aburrido, ¿no?. Oímos a diario quejas de parejas que acusan a la monotonía de ser la culpable de su falta de emoción, de una chispa que encienda la mecha que haga arder cortinas, muebles y camas de todas partes. Una locura que llega en grandes cantidades cuando todo comienza, que te hace perder la cabeza sin importar el lugar o el momento en el que te encuentres. Esa pequeña y eficaz chispa que te lleva a querer empotrarla encima de cualquier mesa o debajo de cualquier ducha, convirtiéndonos en animales salvajes que solo desean saciar las ganas de piel ajena, de cuerpo caliente, de sudor y calor humano. 
Me pregunto en muchas ocasiones si realmente la chispa desaparece con el paso del tiempo por simple naturaleza o por dejadez propia. Quizás sea como la simples grietas de la piel que aparecen con el paso de los años, o como la experiencia que se adquiere con transcurrir de la vida. Pero, ¿y si es como la juventud interna?. Sigues siendo joven cuando en tu interior aún guardas con recelo y alegría esas pequeñas cosas que desde siempre te han hecho feliz. 
Creo ciegamente en la inexistencia de la llamada 'Monotonía' cuando de querer se trata. Por qué llamar monotonía a la falta de sed por labios ajenos, por qué justificar la propia dejadez o las ganas de probar otra piel con algo tan estúpido como lo es la monotonía. ¿A caso no es lo que realmente buscamos? ¿a caso no es lo que se pretende cuando compartes más que una amistad? 
Aquél que llame monotonía al querer del día a día no conoce a Soledad. Realmente no cabe en mi pensar que alguien no desee sentirse querido todos los días de la semana en lugar de una vez cada mes o cada fin de semana. 
Aquél que prefiera compartir sus logros y triunfos en soledad solo es esclavo de su propio egoísmo. De nada sirve ser el rey del mundo si al llegar a casa la única compañía que posees es Soledad. Soledad, con su fría caricia y su desdén al pasar. 


Es por todo esto por lo que deberías plantearte si valoras lo suficiente el querer diario que te ofrece. Si quizás con un poco de atención, esa chispa, que nunca se ha ido, siga provocando el mismo e intenso resultado de antaño. A lo mejor así, puedas evitar tener que conocer a Soledad y su amarga compañía.

3.16.2013

Fui todo lo que quise ser.

Quisiera saber si aún hay esperanza, si aún hay un lugar para los sueños. Confiar en que la vida nos ofrece más de lo que vemos, que lo malo es solo un reproche de lo bueno. 
Nada me importa más que Recuerdo. 'Nunca me había abierto de este modo' decía, 'nunca he deseado nada que no tuviera' pensé. Porque nada más importa.
Sigues siendo mi casualidad más bonita, mi recuerdo más alegre. Nunca sentí más miedo que la noche en la que creí olvida tu cara, el momento en el que olvidé tu olor. A diferencia del pasado, hoy me preocupa el futuro. Quizás por querer integrarte en su día a día de cualquier manera, quizás por querer tener control sobre algo que no me pertenece, o quizás por el miedo seguir siendo quien soy desde que me perdí. Podría contarte que ya no vivo, podría decirte que ni siquiera sueño. Pero no, hoy no. 
Si es verdad aquello de que a lo largo de la vida vivimos nuestras propias estaciones, yo estoy en el más frío invierno que puedas imaginar. Los nuevos Recuerdos no consiguen calentar mi alma, ni siquiera mi cama. Qué triste resulta tocar un cuerpo caliente que no desprende calor, qué triste besar un cuello que no siente ningún pudor. 

Yo era un simple chico, no muy popular, que soñaba en convertirse en alguien grande. ¿Y sabes qué? Lo logré. Fui el Rey del Mundo, conocedor de mi presente y dueño de mi futuro. Fui todo lo que quise ser durante mucho tiempo, viví cientos de historias irreales que causan asombro y admiración. Fui todo aquello gracias a ti. Pero como buen Rey creí poseer algo que no era mío.
De pronto, por uno o cientos de motivos, vi mi sueño roto de un momento a otro. Vi como se rompía poco a poco sin tener una solución para salvarlo. Siempre supe que se necesitaba conseguir todo lo que siempre quisiste y luego perderlo para saber lo que es realmente 'valorar'. Es por eso que nunca quise apostarlo todo a la suerte, es por eso por lo que día a día imaginaba como sería perder todo por cualquier estúpido motivo. Es por eso, que te mantenía vivo, Recuerdo.
A día de hoy me preguntan por qué te sigo hablando sin que me oigas, cómo puedo seguir manteniendo vivo algo que ya está muerto y que no tiene sentido. 'No sé', miento. Pero no sirve de nada hablar de sequía con aquellos que poseen mares llenos de vida, así como tampoco sirve hablar de amor con aquél que carece de sentimientos. 
Creo haber perdido la brújula moral que anteponía mi orgullo a todo, creo no ser capaz de abandonarte y  obligar al olvido a llevarte a cualquier lugar lejos de este individuo. Si dijera no tener la intención de mantenerte conmigo mentiría una vez más, Recuerdo. No tengo nada y sin embargo lo quiero todo. 
Quizás simplemente busque un poco de esa droga que me deslumbró durante mucho tiempo y que a día de hoy los nuevos Recuerdos solo me ofrecen durante un momento. 
Hablo en silencio y escribo sin destino, porque no sé si es un simple deseo o una gran testarudez, el caso es que no imagino un futuro en el que no estés. Me convenzo de que cualquier día volverás y entonces, volveré a reinar.