Una vez amé

Una vez amé.

4.25.2013

Una droga natural.


Todos queremos algo, algo que no tenemos. Los niños quieren ser mayores, los mayores quieren ser niños. Los altos quieren ser bajitos, los bajitos altos. Los locos anhelan cordura, los cuerdos rebeldía. 
Pero, ¿qué deseo común hay entre tanta variedad? ¿qué hace humano a los locos, a los ricos, a los pobres, a los altos, a los niños, a los ancianos? ¿cuál es el deseo natural que todos poseen sin ni siquiera cuestionárselo? El cariño, eso es. El cariño, la necesidad de querer y sentirse querido. La droga natural que nos hace distinguir esa gota de color que brilla en la tormenta del día a día.
Monotonía, suena demasiado aburrido, ¿no?. Oímos a diario quejas de parejas que acusan a la monotonía de ser la culpable de su falta de emoción, de una chispa que encienda la mecha que haga arder cortinas, muebles y camas de todas partes. Una locura que llega en grandes cantidades cuando todo comienza, que te hace perder la cabeza sin importar el lugar o el momento en el que te encuentres. Esa pequeña y eficaz chispa que te lleva a querer empotrarla encima de cualquier mesa o debajo de cualquier ducha, convirtiéndonos en animales salvajes que solo desean saciar las ganas de piel ajena, de cuerpo caliente, de sudor y calor humano. 
Me pregunto en muchas ocasiones si realmente la chispa desaparece con el paso del tiempo por simple naturaleza o por dejadez propia. Quizás sea como la simples grietas de la piel que aparecen con el paso de los años, o como la experiencia que se adquiere con transcurrir de la vida. Pero, ¿y si es como la juventud interna?. Sigues siendo joven cuando en tu interior aún guardas con recelo y alegría esas pequeñas cosas que desde siempre te han hecho feliz. 
Creo ciegamente en la inexistencia de la llamada 'Monotonía' cuando de querer se trata. Por qué llamar monotonía a la falta de sed por labios ajenos, por qué justificar la propia dejadez o las ganas de probar otra piel con algo tan estúpido como lo es la monotonía. ¿A caso no es lo que realmente buscamos? ¿a caso no es lo que se pretende cuando compartes más que una amistad? 
Aquél que llame monotonía al querer del día a día no conoce a Soledad. Realmente no cabe en mi pensar que alguien no desee sentirse querido todos los días de la semana en lugar de una vez cada mes o cada fin de semana. 
Aquél que prefiera compartir sus logros y triunfos en soledad solo es esclavo de su propio egoísmo. De nada sirve ser el rey del mundo si al llegar a casa la única compañía que posees es Soledad. Soledad, con su fría caricia y su desdén al pasar. 


Es por todo esto por lo que deberías plantearte si valoras lo suficiente el querer diario que te ofrece. Si quizás con un poco de atención, esa chispa, que nunca se ha ido, siga provocando el mismo e intenso resultado de antaño. A lo mejor así, puedas evitar tener que conocer a Soledad y su amarga compañía.